Dharmasala – Bhimtang
Hola a todos!!!
La nochecita dentro de la tienda ha sido inolvidable y a pesar de la doble cubierta y los sacos de dormir, hemos pasado bastante frío. Así que, a pesar de la terrible helada que caía en el exterior, salir de aquella tienda de campaña fue, efectivamente, una auténtica bendición.
Antes de acostarnos, dejamos las mochilas preparadas y toda la ropa que íbamos a utilizar en el trekking dentro de los sacos para no perder ni una sola caloría en el momento de vestirnos, pero aún así la tiritona en el momento de equiparnos y sobre todo de abrir la tienda para salir a la intemperie no nos la quitó nadie.
La razón de comenzar la etapa a estas horas de la madrugada, en plena oscuridad, no era otra sino la gran distancia que nos separa de nuestro punto de destino y la terrible exigencia del recorrido. Iniciar la marcha al amanecer o sufrir el más mínimo contratiempo durante el camino podría suponer fácilmente que se nos echara la noche encima en plena travesía, con el riesgo que ello conlleva en un entorno tan hostil como este.
El barracón, donde buena parte de los guías y porteadores habían pernoctado sentados o tumbados en los bancos de madera al abrigo de unas simples mantas, comenzó a llenarse de peregrinos en busca de calor y un desayuno reconfortantes.
Tras un austero desayuno que tardaron en servir más de lo habitual debido a la elevada demanda del momento, regresamos a la tienda en busca de las mochilas. Había llegado la hora de la verdad. A las 4:45 am, bajo un cielo negro lleno de estrellas y con una temperatura que rondaría los -15ºC, nos pusimos en marcha equipados con la mejor ropa técnica que teníamos para protegernos contra el intenso frío y el frontal que tenía que iluminar nuestros pasos en mitad de la oscuridad.
Mientras escribo estas lineas desde la cama, una vez terminada la extenuante jornada, me atrevo a calificarla al menos de heroica. Ha superado con creces todas mis expectativas, tanto en la belleza del entorno, como en la extrema dureza del recorrido.
Para empezar, hay que estar bien preparado física y mentalmente, correctamente aclimatado a la altura y conocer perfectamente las características de la etapa que se va a acometer. No son pocos los que claudican a estas alturas del trekking y deciden poner punto final a su aventura antes de afrontar riesgos innecesarios, bien por las adversas condiciones climatológicas, bien porque la altura pasa factura, bien por agotamiento físico y tienen que ser rescatados por los helicópteros de salvamento que día tras día hemos visto sobrevolar los cielos del Himalaya desde que comenzáramos el trekking. Algunos incluso, aprovechando las coberturas de sus seguros de viaje, solicitan el rescate en helicóptero simulando una lesión o estar afectados por el mal de altura y finalizan su periplo en el punto deseado con un rápido y cómodo viaje de regreso a Kathmandu.
Nosotros nos encontrábamos bien, la aclimatación a la altura había sido satisfactoria y la ventana de buen tiempo era perfecta, por lo que no había razón alguna para pensar en otra cosa que no fuera superar este reto con éxito.
La primera parte del camino transitaba por una ligera pendiente junto al glaciar Larkya, del que apenas podíamos apreciar el reflejo que la luna proyectaba sobre sus paredes. Al cabo de una hora de caminata asomaron las primeras luces del alba y el cielo comenzó a teñirse de todos los azules posibles. Los primeros rayos de sol alcanzaron los picos de las cumbres más altas y el amanecer se manifestó, mostrándonos el espectacular paisaje que la noche nos ocultaba. Aún quedaba bastante para que el sol inundara el camino y, aunque de momento no sobraba ni una sola prenda, la batalla contra el frío parecía ganada.
A medida que ganábamos altura, la nieve empezó a adueñarse del camino y pronto nos encontramos caminando sobre un estrecho sendero de nieve dura y compacta que habían abierto los primeros valientes del día. Salirse de la delgada linea que marcaba el camino significaba hundirse en la nieve hasta por encima de la rodilla.
A las 7:00 am el sol nos alcanzó por la espalda y la sensación de calidez fue instantánea, relajando nuestros cuerpos encogidos y haciéndonos entrar en calor definitivamente.
La nieve y las grandes montañas ocupaban todo el horizonte y la altitud que transitábamos rozaba ya los 5000 metros de altura. El ritmo era muy lento y el esfuerzo considerable, cada paso costaba más que el anterior.
El sol, al igual que nosotros, también iba ascendiendo y en poco tiempo pasamos de un frío glacial a un calor sofocante, lo que nos obligó a empezar a despojarnos de alguna que otra prenda.
A las 9:15 am, 4 horas y media después de abandonar el campamento de Dharmasala y bajo un sol abrasador, alcanzamos los 5106 metros de altura del paso de Larkya, punto de inflexión de la etapa del día y máxima altitud de todo el trekking. Algunas banderas de oración adornaban aquel lugar tan inhóspito y remoto y tras las fotos de rigor emprendimos el descenso sin demora. Aún quedaba mucho para celebrarlo.
La primera parte del terrible y vertiginoso descenso dista mucho de ser un sendero transitable. Las pendientes del camino, abarrotadas de nieve hasta los topes y en muchos casos con grandes placas de hielo, obligaban a extremar las precauciones en cada paso, haciendo que el descenso fuera tenso y lento. Los resbalones y patinazos eran constantes y en alguna ocasión dimos con nuestros huesos en el suelo. Empleamos 2 horas en recorrer una pendiente que, en otras circunstancias, habríamos liquidado en apenas media hora. La parte positiva de aquella temible travesía era, como no, el paisaje de otro mundo que aparecía ante nuestros ojos. Lagos helados y enormes glaciares aparecían y confluían por todas partes, en un espectáculo sublime de morrenas, grietas, seracs y grandes bloques de hielo suspendidos casi en el vacío. Alcanzamos, por fin, la zona libre de nieve, agotados por el esfuerzo y la tensión de la bajada, con un intenso dolor de cabeza debido a la diferencia de presión por el rápido descenso, asfixiados de calor y, en mi caso, con las rodillas muy perjudicadas. En este punto hicimos un merecido descanso, nos hidratamos con la poca agua que quedaba, tomamos las últimas barritas energéticas, me puse las rodilleras y reemprendimos nuevamente la marcha, pues aún nos quedaban otras 2 horitas más de descenso, esta vez por un pedregal un poco más llano que nos terminó de dar la puntilla.
9 horas después de haber iniciado la jornada y destrozados por el esfuerzo, llegamos a la parte baja del otro lado del valle en la localidad de Bimthang.
Ha sido muy, muy duro, pero la oportunidad de haber estado en un sitio como este y ver lo que he visto, ha sido un auténtico privilegio que jamás podré olvidar ni borrar de mi memoria.
P.D. Imposible realizar esta etapa sin ropa técnica, unas buenas botas o zapatillas de trekking, gafas de sol polarizadas, crema de protección contra el sol, agua.....y un par de huevos!!
Punto de inicio: Dharmasala (altitud 4470 m.) 4:45 am
Punto de fin: Bhimtang (altitud 3720 m.) 13:45
Distancia: 30 km
Tiempo: 9 horas
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