Hasta siempre, Ueli

¡Hola a todos! Hoy no vamos a hablar de técnicas de escalada, o de material, ni nada por el estilo. Tan sólo vamos a permitirnos el lujo de rendir un pequeño homenaje a un alpinista (de los mejores del mundo) que hace unos días falleció en el Himalaya: Ueli Steck. Él siempre fue un modelo para nosotros. Los que nos sigáis habitualmente sabréis que nunca hablamos de deportistas reconocidos, ni de novenogradistas mediáticos. Pero de él si hemos hablado en alguna ocasión. Y es que es de esos personajes que lo merecen.

Hace unos días leíamos con tristeza la noticia de que “la Máquina Suiza” había caído en el Himalaya, mientras entrenaba para hacer la travesía Everest-Lhotse. No cayó mientras hacía una de sus habituales solos integrales en paredes llenas de roca y hielo, ni en mitad de sus arriesgadas escaladas. Simplemente, cayó mientras entrenaba.

Y eso no le quita valor; todo lo contrario. Nos muestra cómo vivió la montaña. Lo que nosotros vimos de él fue simplemente la punta del iceberg, era tan sólo una pequeña parte. Detrás estaba el esfuerzo, la constancia, la técnica impecable y, sobre todo, un modo de vida.

Unos días antes de que Ueli Steck falleciera, en España conocíamos la triste noticia de tres montañeros que se despeñarom mientras escalaban una arista en Picos de Europa. Escuchamos un montón de reacciones en contra del método de progresión que estos montañeros utilizaron, de las condiciones, etc. Siendo sinceros, nosotros mismos lo criticamos. Y es que, cuando leemos noticias sobre montañeros que mueren, siempre tendemos a protegernos buscando un por qué. Tratamos de pensar que aquellos que nos han dejado lo hicieron peor que lo que nosotros lo hubiéramos hecho, y que a nosotros no nos hubiera pasado. Y eso nos consuela.

Pero la muerte de Ueli Steck nos ha dado a una lección de humildad: la montaña nos supera a todos. Hasta la Máquina Suiza ha sucumbido a la montaña. Esta lección nos muestra a todos una cruda realidad, y es que la montaña SIEMPRE conlleva un riesgo. Ninguno de nosotros estamos exentos de quedarnos allí.

Por eso la montaña es un estilo de vida, porque implica una elección. Si amas las montañas, y quieres ir a ellas, no te queda más remedio que aceptar que ese riesgo existe y asumirlo. Esa debe ser nuestra elección; de lo contrario, deberíamos escoger otra actividad. Por eso, nuestra obligación como montañeros, alpinistas, escaladores o esquiadores es formarnos, entrenar duro, conocer y amar la montaña, y aprender a ser honestos con nosotros mismos, como las montañas lo son con nosotros porque, como él decía, “las montañas son sencillamente honestas”. No se trata de buscar el riesgo, sino todo lo contrario, de minimizarlo.

El otro día nos decía una amiga “¿Y de qué le ha servido arriesgar tanto?”. Esa respuesta no la podemos responder nosotros. Lo que sí podemos decir es de qué nos ha servido a nosotros. Él inspiró a una generación entera de escaladores y alpinistas; él nos contagió su pasión por la montaña, y nos mostró un camino. El camino del esfuerzo, el camino de la perfección de la técnica y de los movimientos, el camino de la humildad. En varias entrevistas leímanos sus comantarios “no soy mejor que el resto, simplemente entreno hasta la saciedad, porque la única manera de hacer algo a la perfección es conocerlo al detalle, y practicar, y practicar … ”.

Aún recordamos aquellas impresionantes imágenes de hace 9 años, cuando Ueli Steck venció al Ogro. Subió en un sólo integral por la imponente cara norte del Eiger en tan sólo 2 horas y 47 minutos. Nunca olvidaremos esas imágenes del alpinista avanzando completamente concentrado entre hielo y roca descompuesta, con precisión absoluta, alcanzando la arista cimera y corriendo hasta la cima... Esas imágenes nos impactaron, como aún hoy siguen haciéndolo.

Le vimos escalar vías imposibles en los Alpes, batir todos los récords, subir como el rayo y bajar planeando. Le vimos llevar el alpinismo al límite en el Annapurna, volviendo allá donde hacía años había mostrado valor y arrojo en el intento de rescate de Iñaki Ochoa de Olza. Le vimos retirarse de la primera plana del alpinismo y aún así seguir siendo el mejor. Le vimos perder compañeros. Y hace un par de años volver al Eiger para superarse a sí mismo, y reducir en media hora su marca anterior. Cada cosa que hacía, era aún más impresionante que la anterior. 

En una entrevista que le hicieron unas semanas, antes de partir al Himalaya, le preguntaron ¿qué es el éxito? Y el contestó:

“¿Qué es el éxito? Pensar en un proyecto como éste es, de momento, suficiente. Eso te empuja y te lleva a intentarlo. El objetivo es justo ese proceso de pensar en ello, entrenar, intentarlo y que, finalmente, pueda lograrlo.

Yo no daría una definición de éxito, porque pienso que es algo erróneo. Si todo marcha bien, aprendes un montón de cosas, y ganas experiencia. Y eso ya es en sí mismo un éxito.

La única definición que puedo hacer es la de no tener éxito. No tener éxito es tener un accidente o, peor aún, perder la vida. Eso es, por supuesto, no tener éxito. Cualquier otra cosa es ya un éxito”

Estas palabras, van muy en la línea de nuestra forma de pensar. Con ellas y con esta lección nos quedamos. Os dejamos por último un vídeo del escalador haciendo una vía de mixto en les Drus. 

Como siempre, muchas gracias por llegar hasta el final y, hasta la próxima.